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Desde el inicio de la guerra se fueron habilitando, en los dos territorios (republicano y franquista), campos de concentración provisionales destinados tanto a los prisioneros de guerra como para los presos políticos (también, en menor grado, para los comunes). El desarrollo de la contienda, siempre favorable a los ejércitos franquistas, propició que en esta zona se abrieran, sin pausa, nuevos campos. Pero el modelo no era simétrico. En el territorio sublevado, se planificaron los campos de concentración como espacios para proceder a una primera clasificación política de los prisioneros. Así, los conceptuados como “Desafectos” pasaban a engrosar los Batallones de Trabajadores o “trabajadores esclavos”.
Con la ocupación franquista de los últimos territorios republicanos, entre ellos gran parte del País Valenciano, se procedió de similar manera, ingresando soldados y oficiales del Ejército republicano y los civiles detenidos. Algunos son más conocidos, debido a las memorias y a su resignificación (Los Almendros o Albatera en Alicante, Porta Coeli en Valencia…). Sin embargo, su geografía es más amplia. Al menos en 1939, se habían abierto 21 tan solo en Valencia y 41 en el País Valenciano. Eran campos en los que también se moría (fusilamientos, torturas, hambre). En ellos se realizaba la depuración represiva, pasando los “desafectos” a la justicia militar.
En Montserrat, al menos desde el día 6 de abril de 1939, se instaló un Campo de Concentración en la masía del Rector o del Pou, dependiente del 3º Regimiento de la 83 División del Cuerpo de Ejército de Galicia, la misma que desfiló victoriosa por Valencia el 30 de marzo de 1939. El Regimiento estaba formado por tropas de la 1ª Bandera Valenciana, preferentemente falangistas valencianos. Esta División también mantenía los campos de Catarroja, Sueca (el más numeroso, con 1.817 el diez de abril) y Benaguasil. También se instaló un destacamento en la Masía de San José.
El Campo de Montserrat albergaba a civiles denunciados o sospechosos de su republicanismo, con apenas oficiales del Ejército Popular. Si bien predominaban los prisioneros de las provincias de Castelló y Teruel, también había detenidos de la provincia de Valencia y de Montserrat. El procedimiento fue convocar a los republicanos en el Ayuntamiento, que en una larguísima hilera, esperaban a efectuar una primera declaración. Desde allí, eran recluidos en el campo. En su interior se torturaba para conseguir confesiones falsas. El día doce de abril alcanzó su máximo de ocupación con 466 detenidos. La movilidad era extrema, puesto que diariamente se ingresaba, se clasificaba y se evacuaba a otras prisiones. Así, en la mañana del día doce había 466 prisioneros y al terminar el día quedaban 107. Fue clausurado el 18 de abril, cuando sus 108 prisioneros y su guarnición fueron trasladados al campo de Catarroja.