07

Montserrat
Acogida de refugiados y abastecimientos

GUERRACIVIL

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Montserrat
Acogida de refugiados y abastecimientos

GUERRACIVIL

La violencia represiva de las tropas franquistas y los bombardeos contra civiles en Madrid generaron un movimiento de refugiados y evacuados en el territorio republicano de una amplitud considerable, que se ha estimado en unos 4 millones sobre una población de unos 25. Buena parte fueron acogidos en Cataluña, Valencia y Murcia. La solidaridad y la política de protección a la infancia forman parte indeleble de la memoria democrática de la República y han dejado tanto espacios de memoria (colonias infantiles) como relaciones personales y familiares en muchos pueblos. A su vez, también se dieron problemas de convivencia, choque cultural (en las zonas con lengua propia) y de rechazo a medida que aumentaban los problemas de abastecimiento alimenticio.

En Montserrat, aunque las estadísticas puedan ser inexactas, en enero de 1938 vivían 118 refugiados forzosos (de zonas conquistadas) y 895 voluntarios (de las ciudades, tropas…). La cifra iría aumentado durante ese año con la instalación de unidades militares dependientes del aeródromo de Montroi. Estos refugiados seguían la dinámica de la guerra. Primero de Madrid, después de Málaga, Teruel y Segorbe. Algunos se quedaron en Monserrat después de la guerra, otros han continuado la relación con las familias de acogida y otros plantearon problemas con los vecinos por su negativa a trabajar. Otros se trasladaron a Montserrat por su vida más plácida y mejor acceso a la alimentación que en las ciudades, como Lorenzo Latorre, último presidente del Consejo Provincial de Valencia, que fue protagonista de una curiosa anécdota.

El aumento de población ocasionado con los refugiados y la escasez de trigo (la mayoría estaba en territorio franquista) condujo a problemas de abastecimiento alimenticio desde la mitad de 1937. El establecimiento del racionamiento derivó en el mercado negro y en el encarecimiento de precios. Artículos básicos como el trigo, el aceite o el jabón eran muy complicados de conseguir. Un asunto que ocupa gran parte de las actas municipales y que era objeto de debates políticos. La inflación se pudo paliar relativamente gracias al trabajo en la construcción del aeródromo o en la conducción de agua. Montserrat es una de las escasas poblaciones que parece que no llegó a emitir moneda propia. Se volvieron a comer coques de dacsa. A diferencia de la posguerra, las autoridades intentaron perseguir el estraperlo y, como refieren los testimonios, en Montserrat, como en los pueblos, no se llegó a pasar hambre, por más que faltaran y, a medida que transcurría la guerra, con mayor fuerza, algunos de los alimentos básicos de la dieta.