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Con el fin de la guerra, la represión franquista alcanzó Alicante y Valencia: campos de concentración y prisiones habilitadas (Albatera, Reformatorio de Adultos en Alicante); fusilamientos (principalmente en Paterna), sanciones económicas, depuración laboral, batallones de trabajadores, exilio, etc… El impulso del valencianismo quedó sepultado. El antifranquismo se refugió en los maquis de la Agrupación Guerrillera de Levante, que sufrió una represión brutal. La cuantificación, todavía provisional, advierte de la muerte de 4.532 hombres y mujeres. El franquismo valenciano obtuvo adhesiones entre los antiguos social-católicos, tradicionalistas, la Iglesia o facciones burguesas y de la clase media. Para borrar la fuerza republicana y revolucionaria en la sociedad valenciana, el franquismo sometió a los valencianos a un esfuerzo de propaganda y movilización nacional-católica, ya el País Valenciano era una “tierra de misión”.
La autarquía tuvo unas gravísimas consecuencias económicas y sociales, más negativas en las zonas urbanas, siempre con el repudio de la burguesía exportadora. Se sustituyeron los tradicionales productos de exportación (como las naranjas) por otros de subsistencia (arroz, cereales). Si bien, el textil floreció gracias a la ausencia de importaciones.
En los años cincuenta, se recuperaba la protesta obrera con huelgas en Alcoy o en Altos Hornos de Sagunt. La riada de 1957, además de sus repercusiones materiales sobre Valencia, tuvo como consecuencia la reaparición del regionalismo valencianista, que había colaborado en parte con la dictadura. Son los años de esplendor del nacional-catolicismo con el paternalismo y regionalismo mariano (Virgen de los Desamparados) del arzobispo de Valencia Marcelino Olaechea.
La apertura de los sesenta reintrodujo la economía valenciana a sus cauces exportadores de preguerra. Los cambios sociales fueron de gran magnitud, con el desarrollo industrial (textil, calzado, azulejos…) y turístico en la costa. La emigración incrementó la población valenciana un 36% entre 1960 y 1970, concentrándose en las comarcas industriales y costeras. No obstante, esta nueva economía discurría de manera paralela a la falta de viviendas, servicios sanitarios o educativos. Poco a poco, la nueva oposición antifranquista iba ganando espacios en las universidades, desde la cultura (editoriales) o el trabajo (CCOO, sindicatos católicos). Aunque el Partido Comunista era la principal fuerza política, también resurgía el valencianismo (Partit Socialista Valencià).