01

La República
amenazada

GUERRACIVIL

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La República
amenazada

GUERRACIVIL

La conspiración antirrepublicana se fue consolidando desde el 16 de febrero de 1936 hasta estallar un 17 de julio. En aquellas zonas en las que no consiguió la adhesión absoluta del Ejército y de las fuerzas de Seguridad, el golpe de estado fue derrotado. Hasta octubre, la ayuda fascista (Alemania, Italia) fue vital para que los sublevados llegaran a las puertas de Madrid. En ese mes, la consolidación del aporte fascista, la llegada de voluntarios antifascistas (Brigadas Internacionales) y la compra de armamento a la URSS por parte de la República convirtió una guerra escasamente tecnológica y de movimientos, en una guerra moderna e internacional en el contexto conflictivo de la Europa de los años treinta que provocó el abandono de la República por parte de las potencias democráticas.

En la retaguardia republicana el colapso estatal favoreció una revolución obrera (UGT, CNT) igualitarista que colectivizó los medios de producción, creó el nuevo poder de los comités y las milicias voluntarias. En las dos retaguardias se produjo una explosión de violencia contra el “enemigo”: antirrepublicanos y eclesiásticos en la republicana; republicanos y demócratas en la sublevada. Sin embargo, esta violencia no fue “simétrica”: la republicana estuvo en buena medida al margen del Estado. Y cuando este restableció el orden, en la primavera de 1937, retrocedió en gran medida. Mientras, la violencia de los sublevados, dirigida o tolerada por el Ejército, era la consecuencia de una planificación anterior a julio de 1936, y no se detuvo en ningún momento.

La derrota de los sublevados en su intención de conquistar Madrid condujo a la percepción que la guerra iba a alargarse. En la zona sublevada, la dictadura personal de Franco se afianzó con la unificación forzosa de todos los partidos políticos en FET y de las JONS. La Iglesia dio legitimidad a la insurrección ya que la calificó de “Cruzada”. En la republicana, que iba perdiendo terreno constantemente, la cooperación soviética y la política de ganar la guerra como objetivo principal, condujeron a un crecimiento del Partido Comunista. El conflicto interno con los revolucionarios estalló en los Sucesos de Mayo de Barcelona (1937). A partir de ese momento, los gobiernos de Negrín diseñaron una política de resistencia para intentar enlazar con una guerra europea que parecía próxima.

Sin embargo, en 1938, la República comenzó a desmoronarse. La Batalla del Ebro no consiguió sus objetivos y la Europa democrática no iba a intervenir en España. La crisis de abastecimientos y los bombardeos desmoralizaban a la población. El 1 de abril de 1939, Franco, ya Caudillo, escribía el último parte de la guerra. Pero la paz no llegó.